Ir para no volver

Desde que el hombre encendió fuego por primera vez han ocurrido una gran cantidad de cambios, avances y descubrimientos que nos han llevado a alcanzar lo inimaginable hasta hace poco. El último de estos avances es la iniciativa del traslado de personas a Marte para vivir allí, pero sin ninguna posibilidad de retorno a la Tierra, ya que una misión a Marte no es viable por su elevado coste.

Aunque parece una locura, el número de voluntarios para ejecutarla asciende ya a 400 personas. De estos, solamente cuatro serían los escogidos que, en caso de conseguir llegar a Marte, se quedarían allí permanentemente. Pero un viaje a este planeta, pese a que se afirma que es posible, supondría tener que asumir cuantiosos gastos y numerosos problemas, tales como:

  • La nave, para conseguir colonizar el planeta, tendría que viajar a más de 25000 km/s y los astronautas estarían meses aislados, lo que provocaría que necesitaran ayuda psicológica permanente.
  • Para poder soportar el clima extremo de Marte, sus tormentas de polvo y la falta de oxígeno los astronautas tendrían que vivir en burbujas herméticas y generar su propio oxígeno con vegetación y su electricidad con paneles solares, siendo así totalmente autosuficientes (algo que todavía no se ha logrado).
  • Deberían construir una base, donde más tarde habitarían, utilizando los materiales enviados previamente. Deberían enriquecer el terreno hasta hacerlo apto para el cultivo, construir refugios, recolectar materiales, y crear su propia biósfera autosustentable.
  • El efecto de la degradación física a la que se verían sometidos los astronautas por la falta de gravedad, algo  irreversible.
  • La radiación solar que afectaría a la longevidad de los astronautas.
  • La falta de agua donde comienza la vida de los primeros microorganismos. Aunque se cree que Marte pudo haber tenido mares y océanos,  la cantidad de vapor de agua es escasa.

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    Todas estas complicaciones hacen que muchas personas afirmen que un viaje en tales condiciones es, sin duda alguna, una misión suicida. Algunos físicos se han atrevido a sugerir que la esperanza de vida de los tripulantes sería menor de veinte años y que es necesario recuperar el espíritu de aventura que tuvieron los pioneros en el pasado y que nos permitió avanzar hasta la actualidad.
    ¿Debemos suponer entonces que a estas personas las enviarían en calidad de experimentos de laboratorio para beneficio de la humanidad? ¿O que, tal vez, los científicos están buscando alternativas para vivir dentro de algunos años, cuando la Tierra ya no sea habitable? ¿Estamos intentando, entonces, encontrar un planeta para sustituir a la Tierra, cuando ya la hayamos explotado totalmente? En cualquiera de los casos, la opción de trasladarse al planeta rojo no es muy tentadora, al menos por ahora.
 

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